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lunes, 9 de enero de 2012

ORDEN, ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN CONSISTENTE

De lo mucho que ha aportado el barrio cañaguate a la ciudad, se mantiene viva la tradición de orden que sus moradores convirtieron en forma de vida, pese a las afugias económicas y a las necesades por colindar con el mejor barrio de entonces. Me gustaba ir a hacer mandados a casa de la inolvidable Dálida Galindo, más que por las granadillas y otras frutas exclusivas que abundaban en su patio, por el orden y la impecabilidad que reinaban en su casa, de modo especial en el jardín itinerante que no ahorraba recipiente para el florecimiento y la aromatización del ambiente. Era un gusto escuchar y verificar su descripción de cada ejemplar que habitaba en su babilónico espacio de amor, hecho plantas, flores y colores que enamoraban pajaritos. Retornaba al cerezo, a casa de mis abuelos, en previo paseo por cuadras distintas, congraciándome con la limpieza de los frentes, de casas, solares y lotes, la alineación armónica de las cercas y la gritería, fraternal y amorosa, de unas casas a las otras.


Tuve el honor de conocer, saborear y gozarme al abuelo de Aba y Rey Carvajal, en la icónica cacharrería Sorpresa, en plena calle del Cesar, frente a la casa inglesa -de la época- hoy Éxito del centro. En la Sorpresa, pese a la multiplicidad del negocio, la organización era evidente. Resultaba imposible llevarse una bola de caucho, con letras o números, tampoco un trompo, ni la pita, ni nunguno de los tantísimos artículos en venta. La caja estaba donde era mejor y el viejo Carvajal, se daba el lujo de atender un cliente, contar dinero, consumir una chicha fria de las de Delfina y atender, al mismo tiempo, una discusión pólitica con mi querído viejo Julio, mientras que el ritmo del negocio avanzaba sin interrupciones, gracias al orden estratégico, a su manera. Organización artesanal pero efectiva. Al frente se ubicaba el supermercado de don Fermín Medina, cuyo negocio fue floreciente en culto a la organización.


Lo que hoy día representa el centro comercial, Guatapurí plaza comercial, fue en cierta forma -guardadas las proporciones- la resfresquería de el Paisanito, en el punto de ebullición de Valledupar, por excelencia: cinco esquinas. Ubicada en la planta baja y en la de arriba, con escalera caracolada, el restaurante La Española. Él hizo famoso el jugo de tamarindo, envasaba treinta y los servía en un frizer descomunal, a la vista de todos, con veinte danezas servidas, que era una especie de leche cuajada, pero que lucía como recién llegada de Italia.Todo era limpio, ordenado, bien organizado y el propietario, denominado el paisanito, permanecía en movimiento, jamás se le vió quieto, era una hormiga sin parar, tal cual como la inacabable Iberia "La Bella" Ustáriz, en sus mejores tiempos.


Conocemos que el orden es la disposición metódica de las cosas, colocandolas en el sitio que les corresponde y cada vez que se las busque allí se las encontrará. Se dice que donde hay orden ahí está Dios. El contenido bíblico nos muestra como en la creación de todo, por parte de Dios, primó el orden, que donde Él está, se resalta el orden, la armonía, la exactitud y la belleza. Ordenar la casa es el preludio de las mejores realizaciones, con mayor razón en el ejercicio del gobierno, para poder asegurar que la gestión sea productiva y rentable, en lo esencial: mejorar al máximo las condiciones de vida, promover el desarrollo y propiciar el progreso social y económico, colectivo e individual.


"Organización es el establecimiento de la estructura necesaria para la sistematización racional de los recursos, mediante la determinación de jerarquías, disposición, correlación y agrupación de actividades, con el fin de poder realizar y simplificar las funciones del grupo social". Saber distribuir, liderar y el uso adecuado, equitativo y oportuno de los recursos, constituye una muestra de organización, con lo cual se posibilita el alcance de los logros propuestos.

Si algo es evidente en la realidad colombiana, es que los cuatro años de mandato, se pasan y en numerosos casos, gobiernos que fueron elegidos como la gran esperanza, terminan convertidos en nueva frustración, lo que aporta desestímulo, desesperanza y rabia social. Casi siempre les ocurre a los gobiernos lentos, desordenados, desorganizados, paquidérmicos, en los que el ejercicio de la autoridad es superficial, la búsqueda del bien personal, prima sobre el común, en escenario deplorable que conspira contra todos, incluido el beneficiado temporal.

Estrenamos gobierno en Valledupar, como en el Departamento del Cesar. En el primer caso hay necesidades de todo orden, apremios que, sin remedios, metastasisan. Por años, el Municipio de Valledupar fue descuadernándose, desordenándose, desorganizándose y paralizándose. Cada Alcalde, después de Rodolfo Campo Soto y Aníbal Martínez Zuleta, que hicieron bastante, ha hecho algo, pero lo de fondo ha seguido su curso, como en los versos de Camilo Namén: la quiebra es lenta, pero segura...

Nuestro Alcalde, Fredys Socarrás Reales, ha hablado claro, desde el primer momento. Él y su equipo, tienen el compromiso de acertar. Los demás, que somos la gran mayoría, estamos comprometidos a apoyar, colaborar, mejorar como personas y sobre todo crecer en lo social, desde nuestro aporte: pago oportuno de los impuestos, transparente relación con el Municipio, más disciplina social, cero vínculo con lo ilegal, respeto a lo público y más goce sano, mucho ocio creador, disfrute de nuestros sitios con respeto y cuidado, valorar más la vida y tener muchísimo con lo que decimos, reducir la intolerancia, el maltrato con palabras y hacer más ejercicio.

Estamos en el punto de partida, de un nuevo comienzo y hemos de aprovechar tan feliz circunstancia. Que quepamos todos en el costal municipal de la decencia, el respeto, la fraternidad, nuestro folclor, la cultura, la búsqueda y obtención del conocimiento, el emprendimiento y el empresarismo y las sanas costumbres, con el esperado crecimiento ecónomico a partir de la reducción cierta del desempleo y la falta de oportunidades de trabajo. Juntos, en equipo,  para que le recordemos al mundo, con los versos de Andrés Salcedo:

Valledupar, edénico lugar
Que brilla bajo el cielo de la tierra mía...




Valle del cacique Upar, 7 de enero de 2012
Correo electrónico elhijodedonjulio@gmail.com 


lunes, 14 de noviembre de 2011

LA SAZÓN Y EL SABOR DE MARÍA NAMÉN

Se indica que sazón es gusto y sabor de los manjares. El sabor es la impresión que nos causa un alimento u otra sustancia. Todo esto confluye en el arte de preparar, adornar, ofrecer y servir la buena comida y en la capacidad, el buen recibo y el agrado gustativo que produce el parto gastronómico. Son dos circunstancias que, en maridaje, aportan frenesí, placidez y plenitud.

La revista británica San Pellegrino, organiza la votación anual, una instantánea anual de las opiniones y experiencias de más de 800 expertos internacionales, mediante la cual se elabora la lista de los 50 mejores y el mejor restaurante del mundo. Este año el restaurante Danés Doma, regentado por el joven chef de 32 años Renè Redzepi, ha obtenido el reconocimiento de mejor restaurante del mundo, por segundo anualidad consecutiva. Noma, situado en un viejo almacén de sal rehabilitado en el muelle de Copenhague, conquistó a los jueces con su equilibrio entre unas recetas tradicionales con ingredientes de máxima calidad, una decoración serena y un nuevo concepto, acuñado por su chef, Renè Redzepi: "La técnica no es un fin en sí mismo declaró tras su primer éxito el pasado año- tampoco me interesa el 'confort food' (comida confortable). La mía es una cocina que intenta hacer reflexionar al comensal sobre lo que le rodea, la sostenibilidad, el futuro". Redzepi encabezó la votación en esta edición, en un resultado que, según 'Restaurant', "refleja la permanente pasión que despierta su exclusivo tratamiento de los ingredientes locales y regionales".

En Colombia existen algunos con esas características. La Casona, en Sincelejo; El Arrierito, en Medellín; son ejemplos de las maravillas culinarias que, desde lo local, se ofrecen a la clientela universal. En nuestra querida Valledupar, luego de algunos antecedentes positivos, se hizo notoria la falta de uno con esas calidades que, desde lo emblemático, paseara su ofrecimiento a partir de la cocina criolla, con calidad, buen servicio y ambiente verdaderamente acogedor.

El joven empresario vallenato, Iván Murgas Namén, hace varios años revolucionó la oferta en comidas rápidas con La Carbonera, en el sector de la fuente y se inventó una serie de preparaciones que cautivaron a clientes propios y extraños. Después, movido por la creatividad perenne de Miro Molina, se esmeró en comprar la tienda de Carmela, frente al edificio de la lotería, para -asociado con Migue Daza, el incansable Ñego Ariza, Eduardo Iglesias, Popo Barros, Poncho Verdecia, Guille Vence y Fany Castrillón -la suscriptora de guanguardia- activar el supermercado carrefurito. Así, nos decía convencido, cuando llegue el grande tiene que pagarnos el good will  o si no compramos el lote del taller y la casa de Jaime Lacouture y hacemos el centro comercial guatapurito. Eso falló por la imprevisión de Tony Pinto, quien al enterarse se emocionó tanto que, sin saber, la comentó delante de un hijo de alguien de ConConcreto S.A. y aligeraron la construcción e inauguración del Guatapurí plaza comercial.

Por su marte, la celebérrima María Namén, potenciaba con el ejercicio diario, el arte culinario. Sus manos benditas pregonaban las sabrosuras de sus preparaciones, paseándose sin clemencia por pescados, mariscos, carnes y criollismos. Pero ella buscaba, buscaba y buscaba, en incansable deambular inconsciente hasta que que llegó el encuentro de la olla con su tapa. El hecho es que andaba en periplo rápido, con su hermano el senador Jesús, por la territorialidad europea. En una de las capitales, salieron a paseo y poco antes de la hora del almuerzo, se acercaron a uno de los mejores restaurantes. Él, para rememorar las travesuras infantiles, se le escondió dónde ella no podía encontrarlo. Ni corta ni perezosa deambuló por el sector, con mucha angustia pero decidida a salvarse. Luego de 45 minutos de búsqueda infructuosa, entró al restaurante, sin entender ni ser entendida, por la barrera idiomática. Fue de mesa en mesa, vio lo que se servía, atrapó al mesonero y lo llevó al sitio dónde reinaba el plato que le gustó y sin recato alguno imploró: traéme uno igualito a este. El mesero, fue y al ratico, se apareció con lo solicitado y cuando ella terminó la ingesta, sacó del bolsillo un cafongo y se lo dio. Ve tu eres latino? Si señora, yo nací en Mandinguilla. Luego del soponcio emocional de María, hablaron de una y otra cosa, cumplido lo cual nuestra reina matriarcal entró como ama y señora a la cocina y conoció, uno a uno, durante tres días seguidos, los componentes y el ejercicio preparacional de los treinta y siete platillos ofrecidos. Ese fue el primer viaje a Europa, después de varios efectuados, hoy día domina el francés, el inglés y tararea el búlgaro.

Faltaba el amor, para el crecimiento cimero de Iván quien, aplazó por un tiempo su idea de regalarnos un centro alimentario de altísimo nivel, por su dedicación durante un año al servicio público como Director del área ambiental del Municipio de Valledupar. Pudo coronar su sueño de promover el esudio y cria del machorrito vallenato, legado que le dejó a su mejor alumno: Santa Araujo Arzuaga. Y el amor llegó, la graciosísima Gloria Cárdenas. 

Ahora, ese trío inmarcesible, con el liderazgo de Iván, abrieron en la madurez urbana de la carrera novena, El Sabor de María Namén, la mejor oferta para todos los gustos. Un restaurante en el que prima la atención, el buen gusto y la camaradería. Un sitio de altísimo nivel para degustar las delicias de la cocina local, regional y septentrional. Con ofrecimiento de desayunos, con destaque del calentao' vallenato, un abundante como variadísimo mundo, de ricuras, vertido en el plato a su disposición: arroz de fideo, carne de res, cerdo y otras emociones placenteras hechas alimento. Para el medio día, son muchas las alternativas, pero permítame recomendarle ellomito fino a la María Namén, como para gritar a plenitud: jié' y para la noche el amplísimo surtido de hamburguesas y otras delicias. Mi antagónica, la chrri, la corazonera Ochoa y los demás servidores, están listos para aterdernos como nos lo merecemos.

Gracias a estos gladiadores, como Iván y el apoyo líneal del Küchenchef Armando Aguilar Rapalino, nacido en el inmaculado santuario, de agua y peces, denominado ciénaga de Zapatosa y levantado en un hogar humilde, correcto y comedor de bocachico, curtido en las lides del aprovisionamiento y el buen comer, hoy día nuestra tierra cuenta con un refugio gastronómico en el que se le rinde culto a a vida y al buen gusto.

No queda más que ir, volver, insistir y repetir siempre, para que la dicha de vivir sea honrada, cada vez, con delicioso plato, de las múltiples opciones que, gracias a Dios, a la sazón y al sabor eterno de la inigualable María Namén, nos ofrece Iván Murgas, en su paraíso hecho canción que se come.

domingo, 2 de octubre de 2011

LA DICHA ETERNA DE ¡SER NIÑOS SIEMPRE!

Cada vez que me doy la mano con mi primo Sebastián, con apenas siete años, retrato mi época de entonces y veo maravillado como se emociona ante mi atención total, la fuerza de nuestra charla y los juegos que le enseño, ligados todos a la mejor época de los adultos, no cuando lo son, sino cuando fueron niños, en la seguridad de que la gran mayoría dejamos de serlo, obligados por la contumacia de nuestros mayores. Con una simple bola de papel, nos divertimos y cuando tiene que irse, quisiera quedarse, porque el paraíso de hacer lo que a uno le gusta, no siempre es transportable.

Quedaron grabadas en mi alma y para siempre, las palabras del doctor Pedro Daza Mendoza, en la ceremonia de graduación de mi hija María Martha y sus compañeas y compañeros, al recibir su grado en el nivel de Transición. Afirmó que el oficio de los niños es jugar, que mientras que los adultos nos empeñamos en obligarlos a consumir la sopa, muchas veces y siempre, resulta más provechoso que ingieran lo que quieren, cuando se trata de un helado.

Hermosa la época de entonces. Desde bien temprano, cuando no era tiempo de estudio, jugábamos y jugábamos. En el patio de la recordada Manuela Brito, el futbol, bate, boliche, trompo, vuelta a Colombia colmaban gran parte de nuestro tiempo diurno, con una ida al medio día por la Ceiba o Hurtado, en procura del refrescante baño en el Guatapurí. La prima noche era de nosotros.En la esquina de Suarez, nos reuníamos a jugar Libertad, La Leva, al escondido y en ocasiones a conversar sobre lo que no nos constaba, siempre en presencia de nuestra imaginación desbordante.

En este tiempo aprecio las oportunidades de encuentro con Jorge Villar y caigo en cuenta que en él, perdimos un diplomático de alto nivel, un relacionista sin límites o un dirigente genial y en Pipe Sánchez un músico de amplio espectro.. Pero el asunto es que poca atención se le prestaba entonces, lo mismo ocurre hoy día, a las demostraciones que cada muchacho o muchacha hacía, como señal inequívoca de sus inclinaciones en la vida. Al respecto señala Gabriel García Márquez "en Colombia no existen sistemas establecidos de captación precoz de aptitudes y vocaciones tempranas, como punto de partida para una carrera artística desde la cuna hasta la tumba. Los padres no están preparados para la grave responsabilidad de identificarlas a tiempo, y en cambio sí lo están para contrariarlas. Los menos drásticos les proponen a los hijos estudiar una carrera segura, y conservar el arte para entretenerse en las horas libres. Por fortuna para la humanidad, los niños les hacen poco caso a los padres en materia grave, y menos en lo que tiene que ver con el futuro."
Agrada saber que proliferan las escuelas para aprender a tocar instrumentos, que la Escuela de Talento Rafael Escalona existe, que la Universidad Popular del Cesar tiene programas de arte y folclor, que algunas universidades en nuestro medio posibilitan los semilleros de investigación y, lo más importante, que surgen nuevas oportunidades para que cada quien se enfoque en lo que más le gusta ser, hacer y tener. No obstante, los muchachos y muchachas, añoran un black berry, más que volar una cometa, prefieren un encierro en el cuarto con el play que un piquecito con amigos de la cuadra. Los gobiernos, los padres y el sistema educativo, tienen la obligación de promover el sano esparcimiento, el debido aprovechamiento del tiempo libre y el enfoque en lo que a cada quien le gusta ser, hace y tener. Más que repartir condones y publicitar el consumo de licor, que tanto daño social ocasionan.

domingo, 17 de julio de 2011

EL PERIPLO DE SILVESTRE

Cuando Emilianito Zuleta y Jorge Oñate, hicieron pareja musical y grabaron el excelente, como inolvidable, larga duración "La Parranda y la Mujer", incluyeron un merengue "La Gira", del compositor manaurero Juán Manuel Muegues, en el cual relata las vivencias del recorrido por el interior del país, como parte de la delegación liderada por el siempre recordado Manuel Zapata Olivella. Esa canción inmortaliza la situación de nuestros intérpretes y cantantes que, desde siempre, se mueven de pueblo en pueblo, entonces de villorrio en villorio y ahora de país en país. Pregona el canto:

Salí hacé una recorrida
Por todito el interior
Como llevo buena gira
Yo me traje mi acordeón...
El que sale en esta esa giras
Tiene que ser hombre libre
Que abandone a la familia
De lo contrario no sirve

De muchacho, iba por las tardes a los ensayos de Lionti Pitre y su conjunto, cuyo cantante era Eulogio, quien durante años cantó también con Los Guapachosos del Cesar y se caracterizaba por mover, como quisiera, la manzana de adán en su garganta. "Matica de Toronjil" y "desde que te fuiste Rafa, para Santamarta, aquí no se escucha ni música ni letra...", eran sus canciones preferidas. El asunto es que, en númerosas ocasiones, los vi partir, y otras veces llegar, de sus extenuantes giras: El Palmar, Azúcar Buena, Cominos de Tamacal, La Pitilla, Los Tupes, El Desastre, Los Brasiles, Llerasca, Guacochito, El Jabo, Tocapalma, entre otros. Eran los mismos tiempos en que Luis Enrique Martínez, se encerraba a parrandear en casa del recordado Luis García, con Pedro Peralta, Poncho Pimienta, Silva, Héctor Arzuaga, el Mono Aroca, Elías Gutiérrez y tantos otros, después de coronar una intensa gira por Chivolo, Buena Vista, Santa Rosa, El Retén, Algarrobo, San Ángel, Fundación, El Copey,El Difícil, Cienagueta y pare de contar.

Como no recordar el bus de Torcoroma, frente al Hotel Los Cardones, donde se alojaban los músicos de Alfredo Gutiérrez y Los Caporales del Magdalena, cuando llegaban de gira por estas tierras. Nos ocurría como a Colombia, en el caso de los jugadores de fútbol, primero fuimos destino. Acá llegaban las orquestas grades. Vimos en actuación a la Billos Caracas Boys, los Corraleros de Majagual, la Casino Tropical, Pello Torres y sus diablos del ritmo, Antolín Lenes y la cieguita de oro, la inolvidable orquesta del maestro Juán Piña y sus muchachos, La Tropibomba y muchas más. Luego, por obra y gracia de Dios y del talento de nuestros creadores, se invirtió la balanza y comenzamos a producir, a llevar a otras áreas de Colombia y del mundo, nuestro amantísimo vallenato: Jorge Oñata, Poncho Zuleta y Diomedes Díaz, el Binomio de Oro, le dieron vía libre -con su talento- al impulso definitivo que ha seguido con tantísimos más.

En estos tiempos, nuestra música está en todos los rincones de Colombia y se abre paso por el mundo. Mientras Rafael Orozco, no cantó en Europa, el Morre Romero, Peter Manjarrez, Jean Carlos Centeno, que comenzaron "ayer" lo hicieron ya y Jorgito Celedón, Diomedes, Poncho Zuleta, ni se diga. De estados Unidos, ni hablar.

El camino se expande y el gran Silvestre Dangond, con Juancho de la Espreilla, y su conjunto, salen con frecuencia. Hoy, precisamente, terminan una exitosa correría por Estados Unidos y Canadá, que pone de presente el extraordinario momento que viven, la grandeza de nuestro género musical y su calidad interpretativa. Durante diez días, a la manera de Cocoliche y sus maromeros, divierten diferentes públicos y promueven, de manera categórica, lo que saben hacer en condiciones inmejorables:

Viernes 8 de Julio:     Discoteca “La Boom” – Queens, New York, Estados Unidos
Sábado 9 de Julio:     “Prudential Center” Arena – New Jersey, Estados Unidos
Domingo 10 de Julio:     Colombian Festival, Orange County – Los Angeles, Estados Unidos
Jueves 14 de Julio:    “V-live” Night Club – Chicago, Estados Unidos
Viernes 15 de Julio:     Discoteca “Degrees Venue” – Toronto, Canadá
Sábado 16 de Julio:     Estadio “Gilles - Tremblay” – Quebec, Canadá
Domingo 17 de Julio:     Colombian Festival, Tamiami Park – Miami, Estados Unidos
A todas estas, la muchachada cree que esto ha sido fácil y es obra de las circunstancias actuales. Hay que indicarles que en 1977, hace 34 años, en Barranquilla, íbamos de fiesta en fiesta, de sitio en sitio, con Severiche Morales, el inolvidable Goyo Suárez y Roberto Muñoz -entre otros- con la "necedad" de escuchar un disquito vallenato y en toda la noche no nos ponían más de dos, porque era considerado "la yuca". Y, un año antes, el salsómano Miguel Pimienta Morales, se trajo a Valledupar, un escaparate pick-up, al que bautizó "El Gran Guelmi", con tremendo dibujo en la parte frontal: un bulldozer arrastraba un acordeón, una caja y una guacharaca, claro indicador de que allí no sonaba el vallenato.

Gracias al Festival Vallenato, ese camino culebrero fue menos penoso y, en gracia de ello, la capacidad de los nuestros posibilitó el mundo real que hoy vivimos, de triunfos, lágrimas y trofeos.

jueves, 16 de junio de 2011

EL TEMA DE LA AVENA

Valledupar, alberga gran cantidad de privilegios y a lo largo de su historia, se registran hechos y datos que dan cuenta de una hermosa tradición culinaria y de productos de consumo personal, desde el criollismo puro. Es cierto que en diferentes épocas, se ha mantenido la costumbre de hacer para disfrutar. Hacer ¿qué? Hacer ricuras gratas al paladar, exquisiteces que marcan una tendencia en la región y ponen de presente, la maestría de quienes las elaboran.

Cada domingo, era dable encontrar a la inolvidable Pepa Baquero en el entonces pozo de Hurtado y allí se ofrecía el mejor chicharrón, las arepas de queso y las papas cocidas revolcadas en sal, el auténtico arroz calentado con trazas de carna molida y la infaltable sopa de mondongo, entre otros platos que las manos benditas de esa alma noble preparaban. Tal maravilla, se perdió con el tiempo y hoy día proliferan los restaurantes formales, pero nunca se llega a la calidad criolla de entonces.

Hace poco, mi hermano Álvaro, me invitó a que lo invitara a una buena avena fria. Para sustentar el antojo, rememoró los tiempo de la que hacía el hombre del sombrerón, en la esquina principal del mercado viejo, diagonal a Eternit, el célebre almacen de don Orlando López. Era espesa, deliciosa y llegaba al pote, desde el cucharón, en cascada libre. Cuántas mañanas de plenitud, gracias a esa delicia hecha realidad. Mencionó luego, la de Franco en el Loperena y la exaltó como la más nutritiva y refrescante, por el picadillo de hielo que, en exclusiva, él sabía hacer. Para no dejar títere con cabeza, describió la del Matracazo y elogió también, la maizada fenomenal que por años mereció la atención de muchos.

Después de semejante preámbulo, salimos a cazar una buena avena en Valledupar y no la encontramos. La que más se acercó a lo aceptable, fue la de Bocaditos, pero dista mucho de lo arriba descrito. Entonces vino la andanada de cuestionamiento. ¿Qué nos ha pasado?, ¿por qué hemos dejado de lado las cosas buenas? Desce cuándo y por qué perdimos el gusto por lo que tanto nos gusta?

Se ha marchado el sabor criollo de una buena caribañola, de un agradable pastelito de carne y de una graciosa frekola, como la que preparaba Rodry y distribuia todas las noches frente al recordado teatro San Jorge. Todo para dar paso al facilismo y quedarnos con el guarapo de caña que, vemos en casi todas la esquidas, como el homenaje más rimbombante al tumbe disimulado, habida cuenta que en el abunda el hielo y para que no se sienta simple, se le irriga con azúcar, lo que desdice de su naturaleza.

Ante el riesgo de quedar mal, lo llevé a una breve andanza por nuestras tiendas y por fin, encontramos un par de chichas rosadas que salvaron la patria. A falta de lengua ni tostada, le endoné un pan de espinacas, ante lo cual me dijo que se sentía en Bogotá.

Es hora de retomar las banderas y no permitir que lo mejor desaparezca, por que después podría irse la magia que, por siglos y siglos, habita en Valledupar.

lunes, 13 de junio de 2011

LA BELLA DAMA DEL HUMO BLANCO

Para entonces, Valledupar era el pueblo cuyo embotellamiento geográfico no ocultaba la magia que le es característica desde siempre. Cuando se acababa la provisión de combustible, se iba la luz durante varios días, hasta cuando regresaba el tanque camión, con el proveído requerido para que la claridad nocturna regresara. Nos acostumbramos a vivir a sí y por mucho tiempo.

Valledupar de noche, era la aldea consagrada a la literatura oral. Por donde quiera pasaba era dable escuchar a los abuelos, rodeados de la nietamenta, en plena narración de cuentos, relatos, enseña de cantos y adivinazas en doble vía. Mechones aquí, mechones allá y una que otra "calavera", iluminada con una esperma interior y hecha arte en cualquier coco vacío de patilla. Se sudaba con gotas de petróleo y se soñaba con mejores tiempos, los cuales llegaron y se regresaron.

El asunto es que mi hermano Rodrigo, era enamorado de esos eventos nocturnales y me llevaba, sin esfuerzo alguno, a un recoveco cercano a "El Rey de los Bares" -del siempre querido Marcelo Calderón-, en cuyo pario se amasaba y se asaban las mejores arepas, se freía el mejor poliéster y se ofrecía la mejor agua de maiz. Allí conocí a esa mujer especial que no sentía miedo para expresarse como le venía en gana, ni mucho menos para soltar cualquier vulgaridad necesaria para hacerse sentir porque "a mi se me respeta, nojoda".

Llegado el momento, la sola presencia de ese ser endulzaba las agriedades que las carencias y el olvido, se esmeraban por revivir. Buena hija y compañera insostenible del slencio, nunca estaba callada y siempre expresaba lo que quería. Al morir la mamá, se hizo cargo del "negocio" y nació entonces, el famosísimo merendero que, por décadas, fue no solo el único con su sabor, sino el mejor.

Que ¿qué era el poliéster? nada menor que el mejor bofe comarcal, la más delicisiosa tela visceral que, después de varios dias de sol, era convertida en el maravilloso poliéster por que era la tela de moda en las confecciones multifinas que expendía Telismar Mieles en su Almacen Popular.

En el Merendero La Bella, el menú se modernizó: arroz de palito (fideo), arroz blanco y de lisa. Mondongo guisado, panzita de reyes, carne guisadina, paticas de cerdo, platanino asado amarillo, empanas morunas, carimañolas de las propias, en fin, todo un surtido del arte gastronómico vallenato.

Hoy día la gran Iberia Ustáriz, se reclina sonriente cada vez que le gana una partida de lotería a su inefable hermana Ocha. Dios la cuida siempre!


viernes, 20 de mayo de 2011

¡SIENDO MARIANGOLERO LO MISMO...!

Lo cierto es que en aquel primer Festival, lejano en el tiempo pero certero en mis recuerdos, Valledupar era un pueblo y yo, un muchacho desmirriado metido en la primera línea frente a la vieja tarima. El asunto es que en la velada final