De lo mucho que ha aportado el barrio cañaguate a la ciudad, se mantiene viva la tradición de orden que sus moradores convirtieron en forma de vida, pese a las afugias económicas y a las necesades por colindar con el mejor barrio de entonces. Me gustaba ir a hacer mandados a casa de la inolvidable Dálida Galindo, más que por las granadillas y otras frutas exclusivas que abundaban en su patio, por el orden y la impecabilidad que reinaban en su casa, de modo especial en el jardín itinerante que no ahorraba recipiente para el florecimiento y la aromatización del ambiente. Era un gusto escuchar y verificar su descripción de cada ejemplar que habitaba en su babilónico espacio de amor, hecho plantas, flores y colores que enamoraban pajaritos. Retornaba al cerezo, a casa de mis abuelos, en previo paseo por cuadras distintas, congraciándome con la limpieza de los frentes, de casas, solares y lotes, la alineación armónica de las cercas y la gritería, fraternal y amorosa, de unas casas a las otras.
Tuve el honor de conocer, saborear y gozarme al abuelo de Aba y Rey Carvajal, en la icónica cacharrería Sorpresa, en plena calle del Cesar, frente a la casa inglesa -de la época- hoy Éxito del centro. En la Sorpresa, pese a la multiplicidad del negocio, la organización era evidente. Resultaba imposible llevarse una bola de caucho, con letras o números, tampoco un trompo, ni la pita, ni nunguno de los tantísimos artículos en venta. La caja estaba donde era mejor y el viejo Carvajal, se daba el lujo de atender un cliente, contar dinero, consumir una chicha fria de las de Delfina y atender, al mismo tiempo, una discusión pólitica con mi querído viejo Julio, mientras que el ritmo del negocio avanzaba sin interrupciones, gracias al orden estratégico, a su manera. Organización artesanal pero efectiva. Al frente se ubicaba el supermercado de don Fermín Medina, cuyo negocio fue floreciente en culto a la organización.
Lo que hoy día representa el centro comercial, Guatapurí plaza comercial, fue en cierta forma -guardadas las proporciones- la resfresquería de el Paisanito, en el punto de ebullición de Valledupar, por excelencia: cinco esquinas. Ubicada en la planta baja y en la de arriba, con escalera caracolada, el restaurante La Española. Él hizo famoso el jugo de tamarindo, envasaba treinta y los servía en un frizer descomunal, a la vista de todos, con veinte danezas servidas, que era una especie de leche cuajada, pero que lucía como recién llegada de Italia.Todo era limpio, ordenado, bien organizado y el propietario, denominado el paisanito, permanecía en movimiento, jamás se le vió quieto, era una hormiga sin parar, tal cual como la inacabable Iberia "La Bella" Ustáriz, en sus mejores tiempos.
Conocemos que el orden es la disposición metódica de las cosas, colocandolas en el sitio que les corresponde y cada vez que se las busque allí se las encontrará. Se dice que donde hay orden ahí está Dios. El contenido bíblico nos muestra como en la creación de todo, por parte de Dios, primó el orden, que donde Él está, se resalta el orden, la armonía, la exactitud y la belleza. Ordenar la casa es el preludio de las mejores realizaciones, con mayor razón en el ejercicio del gobierno, para poder asegurar que la gestión sea productiva y rentable, en lo esencial: mejorar al máximo las condiciones de vida, promover el desarrollo y propiciar el progreso social y económico, colectivo e individual.
"Organización es el establecimiento de la estructura necesaria para la sistematización racional de los recursos, mediante la determinación de jerarquías, disposición, correlación y agrupación de actividades, con el fin de poder realizar y simplificar las funciones del grupo social". Saber distribuir, liderar y el uso adecuado, equitativo y oportuno de los recursos, constituye una muestra de organización, con lo cual se posibilita el alcance de los logros propuestos.
Si algo es evidente en la realidad colombiana, es que los cuatro años de mandato, se pasan y en numerosos casos, gobiernos que fueron elegidos como la gran esperanza, terminan convertidos en nueva frustración, lo que aporta desestímulo, desesperanza y rabia social. Casi siempre les ocurre a los gobiernos lentos, desordenados, desorganizados, paquidérmicos, en los que el ejercicio de la autoridad es superficial, la búsqueda del bien personal, prima sobre el común, en escenario deplorable que conspira contra todos, incluido el beneficiado temporal.
Estrenamos gobierno en Valledupar, como en el Departamento del Cesar. En el primer caso hay necesidades de todo orden, apremios que, sin remedios, metastasisan. Por años, el Municipio de Valledupar fue descuadernándose, desordenándose, desorganizándose y paralizándose. Cada Alcalde, después de Rodolfo Campo Soto y Aníbal Martínez Zuleta, que hicieron bastante, ha hecho algo, pero lo de fondo ha seguido su curso, como en los versos de Camilo Namén: la quiebra es lenta, pero segura...
Nuestro Alcalde, Fredys Socarrás Reales, ha hablado claro, desde el primer momento. Él y su equipo, tienen el compromiso de acertar. Los demás, que somos la gran mayoría, estamos comprometidos a apoyar, colaborar, mejorar como personas y sobre todo crecer en lo social, desde nuestro aporte: pago oportuno de los impuestos, transparente relación con el Municipio, más disciplina social, cero vínculo con lo ilegal, respeto a lo público y más goce sano, mucho ocio creador, disfrute de nuestros sitios con respeto y cuidado, valorar más la vida y tener muchísimo con lo que decimos, reducir la intolerancia, el maltrato con palabras y hacer más ejercicio.
Estamos en el punto de partida, de un nuevo comienzo y hemos de aprovechar tan feliz circunstancia. Que quepamos todos en el costal municipal de la decencia, el respeto, la fraternidad, nuestro folclor, la cultura, la búsqueda y obtención del conocimiento, el emprendimiento y el empresarismo y las sanas costumbres, con el esperado crecimiento ecónomico a partir de la reducción cierta del desempleo y la falta de oportunidades de trabajo. Juntos, en equipo, para que le recordemos al mundo, con los versos de Andrés Salcedo:
Valledupar, edénico lugar
Que brilla bajo el cielo de la tierra mía...
Valle del cacique Upar, 7 de enero de 2012
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